Todo comenzó cuando nos regalaron un perrito color amarillo, era largo, pequeño, uñas filosas y ojos marrones le pusimos como nombre Esparki al principio mi mamá no lo quería porque creía que se iba a ensuciar por toda la casa; un día después de que le dimos un baño, porque olía muy mal por estar jugando en la basura, mi mamá le pegó. Chillaba con mucha conmoción y me dio pesar. Al día siguiente lo llevamos a la playa, se bañó y jugaba muy feliz. Llegamos a la casa y mi abuelita nos mandó a llamar al sai y se fue atrás de nosotros. Cuando estábamos en el colegio y Esparki se fue a la casa de mi abuela a jugar con su perro; cuando regresamos a la casa no encontrábamos a Esparki por ningún lado estábamos muy preocupados por él. Después de tanto buscar decidimos ir donde mi abuela, cuando llegamos fue tanta la sorpresa de verlo allí que nos pusimos muy felices de verlo y ya nunca más volvimos a descuidarlo.
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